Historias para leer el mundo
¿Qué es lo que tienen las ficciones para que existan hombres y mujeres que dedican buena parte de su vida a leerlas y a escribirlas? ¿Cómo decidiste sumarte a ese grupo?
La necesidad de contar y leer (o ver o escuchar) relatos es innata. De hecho, se ha comprobado que es así como se fijan los conocimientos en la mente: a través de historias. En la antigüedad, los mitos eran contados una y otra vez para actualizar, mediante rituales, los orígenes de un grupo social, como una preparación para la vida, una forma de adquirir las instrucciones para vivir. En la actualidad sucede algo parecido, pero ahora ya no se trata de historias sagradas.
La necesidad de contar y leer (o ver o escuchar) relatos es innata. De hecho, se ha comprobado que es así como se fijan los conocimientos en la mente: a través de historias. En la antigüedad, los mitos eran contados una y otra vez para actualizar, mediante rituales, los orígenes de un grupo social, como una preparación para la vida, una forma de adquirir las instrucciones para vivir. En la actualidad sucede algo parecido, pero ahora ya no se trata de historias sagradas.
Yo empecé a inventar historias y a escribir desde finales de la primaria, pero no tenía la menor intención de ser escritor. Fue hasta el tercer año de prepa que entré a un taller literario y me di cuenta de que uno se podía dedicar a esto. En ese entonces lo decidí. Al principio creía que era una actividad más seria que ahora.
En tu obra podemos encontrar libros para niños, jóvenes y adultos. ¿En qué momento del proceso creativo decides a qué público irá dirigida la obra en turno?
Casi desde el principio. Cuando la historia nace percibo, no la edad, ni el público, sino la frecuencia con que me llega.
¿Te sientes más cómodo escribiendo para niños, para jóvenes, para adultos, o igual de cómodo en los tres casos?
Me siento diferente con cada subgénero. Desde que probé la juvenil empecé a divertirme como nunca. Cada una tiene su encanto. La más difícil es la infantil.
¿Cuántas horas escribes al día? ¿A qué hora del día escribes? ¿Eres disciplinado, a lo Fuentes, o escribes sólo cuando tienes ganas, a lo Onetti?
Escribo desde las diez de la mañana hasta las dos de la tarde. Leo y corrijo de las cuatro de la tarde a las ocho de la noche. En ese horario escribo tanto lo mío como lo que me encargan. Desde hace varios años tengo este horario porque por las mañanas soy más ordenado. Antes escribía de las doce de la noche a las cinco de la mañana, pero era muy desordenado y sólo podía escribir lo mío. Gracias al horario soy más profesional.
Jesús G. Maestro, profesor de literatura español, opina que la literatura infantil no existe. Aduce Maestro que la literatura, si es infantil, no es literatura, ya que ella supone un sistema de ideas complejas, inasequible a la inteligencia infantil, por más desarrollada que esta se encuentre. Agrega este personaje que la literatura infantil es un invento muy redituable de autores y editores. ¿Qué dices de ello?
No sé si exista la literatura infantil, pero de que hay colecciones y autores dedicados a ella, los hay. Las reflexiones y la teoría siempre van a la zaga de la realidad literaria. Y así tiene que ser. Primero se da el fenómeno literario y después se le estudia.
También, en la historia de la literatura primero aparece un grupo humano, sin importar su clasificación (en este caso por la edad) y después surge la necesidad de contar sus vicisitudes. Lo que sucede con la infantil es que aparece, editorialmente hablando, cuando la sociedad cobra conciencia esa etapa de la vida.
Tal vez lo que no exista sea la teoría literaria, porque si es teórica, supone un sistema de ideas complejas, inasequible a la inteligencia académica.
Y ojalá Maestro tenga razón en cuanto a lo redituable. Los escritores, como los plomeros y los carpinteros, necesitamos ganar dinero para vivir y continuar con nuestra tarea.
¿Por qué escribir una novela juvenil de vampiros cuando el mercado está saturada de ellas? ¿En qué crees que se diferencia tu novela del resto?
Pienso que no hay temas que no se deban abordar, ya sea porque estén muy trillados o porque nadie esté escribiendo sobre ellos. Podría tratarse de una ventaja de ser tan introvertido como yo: mis valores e intereses no están directamente influidos por lo que suceda afuera de mí.
La figura del vampiro es arquetípica. Aparece en cualquier cultura con distintos nombres y atributos. Representa, entre otras cosas, el lado oscuro de nuestra naturaleza. Eso es fascinante.
Una tarde, en Salzburgo, unos bosnios me contaron leyendas sobre los lampires (vampiros bosnios rurales) y desde entonces quedé inoculado con la historia que más adelante tenía que contar.
En todo caso, mis vampiros que no se parece nada a los de Stephenie Meyer porque pertenecen a otras culturas: la Bosnia y la de México.
¿Escribirás la secuela de Olfato? De ser así, ¿tienes ya idea de cuántos tomos abarcará la saga?
Estoy escribiendo la segunda parte, pero hay cosas que sólo se resolverían hasta la tercera entrega.
¿Entre tus preocupaciones como escritor de literatura infantil y juvenil está la de dejar mensajes positivos a tus lectores?
No. Sin embargo, tengo textos optimistas y pesimistas para los tres públicos (incluyendo el adulto). Ahora lo apropiado es no dar mensajes. Pero la verdad es que, en el fondo, a mí no me importa mucho la moda. Puedo dar un mensaje optimista o pesimista si se me antoja. Me doy esas libertades.
¿Cómo ves el panorama de la literatura infantil y juvenil en México?
Ahora es afortunado. Existe toda una industria editorial dedicada a la LIJ. Y qué bueno que así sea: es necesario reconocer que se trata de un esfuerzo de escritores y editores que trabajaron antes de que yo llegara.
Sé que esta es una pregunta muy llevada y traída, pero aun así la considero de interés: de verte obligado a elegir diez libros o diez autores entre todos los que has leído, ¿cuáles escogerías?
La Biblia (como literatura, por supuesto), La Odisea, Crimen y castigo, Moby Dick, El Quijote, una antología del teatro de Shakespeare, Las metamorfosis de Ovidio, El Ramayana, una antología de Carl Gustav Jung y Paradiso de Lezama Lima.
¿Qué autores contemporáneos te interesan especialmente?
Demasiados. Me gusta leer de todo. Autores tan distintos entre sí como Álvaro Mutis y Neil Gaiman, por ejemplo. Cada vez tengo menos prejuicios y así conozco autores que antes no hubiera leído.
¿Cuál es el tipo de literatura que no le gustaría escribir a Andrés Acosta?
La panfletaria. Y eso quién sabe. He descubierto que no hay mala literatura, sino malos escritores o lectores. Cada subgénero tiene un sentido. Pugno por la bibliodiversidad.
¿Te importa la trascendencia? ¿Escribes para el presente o para el futuro?
Escribo porque me gusta. No creo en la trascendencia. Todas las páginas escritas desaparecerán algún día. No hay para qué preocuparse.
Eres un escritor con numerosos premios. ¿Qué han significado estos galardones para tu carrera literaria?
Si no fuera por los premios prácticamente no publicaría ni podría ahorrar para el siguiente proyecto. Ganar un premio para mí significa publicar y seguir escribiendo.
¿Un escritor puede vivir sólo de lo que escribe en México?
Si aparte da algunos talleres y conferencias, sí. Es lo que yo hago. Basta con ser profesional, o sea, trabajar al menos ocho horas diarias.
¿La literatura puede cambiar el mundo? ¿De qué forma?
Puede cambiar a las personas. Me consta. Lo vi en las cárceles, mientras impartí talleres de lectura y creación literaria durante siete años seguidos para el INBA. Con eso es suficiente.
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